La Independencia de Ecuador o Independencia de Quito fue un proceso político iniciado en 1809 por el que la antigua capitanía general de Quito se convertiría en la República del Ecuador. Este proceso revolucionario estaría formado por los siguientes hechos:

  • Primer grito de Independencia, 10 de agosto de 1809.
  • Motín del 2 de agosto de 1810.
  • Segunda Junta de Gobierno, octubre de 1810.
  • Creación del Estado de Quito, 1 de diciembre de 1812.

Los hechos ocurridos en España con la ocupación napoleónica y la crisis de legitimidad política de las autoridades por la ausencia del rey movió a los criollos a organizarse en logias masónicas, como por ejemplo la “Logia Natural” o la “Sociedad Económica de Amigos del País“, y desde ellas conspirar y urdir planes para obtener el poder político e imponer sus objetivos. Así lo confirmaba Pedro Pérez Muñoz, secretario del El Marqués de Selva Alegre, don Juan Pío Montúfar hizo viaje desde Quito a Santa Fe en unión de los Espejos para alistarse en la cofradía francmasónica y regresados a su Patria fraguaron el año 93 los pasquines y plan de rebelión de que he hablado anteriormente a usted.”

Primer Grito de Independencia (10 de agosto de 1809)

Todo comenzó en el día de Navidad del año 1808 en la hacienda de Chillo Compañía, propiedad del masón Juan Pío Montúfar, marqués de Selva Alegre, en el que con la excusa de las celebraciones navideñas se reunieron varios quiteños importantes cuyo punto en común era su pertenencia a las logias y el deseo de independizar Quito de España. Y en esos días, con las noticias que habían llegado de la Península, vieron la oportunidad de iniciar un levantamiento. Su excusa era que al faltar un rey legítimo, la soberanía debería de retornar al pueblo y éste darse un gobierno propio separado del sistema español, ya que España en ese momento estaba ocupada por los franceses. Por ello, puede afirmarse que este levantamiento fue contra el gobierno francés en España, no contra España propiamente dicha.

Inicialmente fijaron el levantamiento para la primavera pero alguien reveló los planes y varios conspiradores fueron detenidos y juzgados, pero liberados al poco tiempo. Todo se aplazó hasta la noche del 9 de agosto de 1809 en el que los masones reunidos en casa de Manuela Cañizares, cercana a la iglesía de El Sagrario, organizaron la acción del día siguiente a primera hora. Redactaron un comunicado en el que se daba por creada una Junta de Gobierno encabezada por Montúfar y que se entregaría a


Dicho y hecho, a primera hora de la mañana el Doctor Antonio Ante, secretario de la Junta, fue al Palacio Real de Quito a comunicarle al presidente que había sido depuesto y que estaba rodeado por numerosas tropas fieles a la nueva Junta capitaneadas por el coronel Juan de Salinas. El funcionario Real no rechistó y aceptó las órdenes del nuevo gobierno quiteño convencido de sus buenas intenciones al haber sido creado y establecido dando vivas a Fernando VII y mostrándose leales a la corona española. Algo que evidentemente no era cierto.

Se convocó un cabildo abierto el 16 de agosto en el que se nombraron los primeros cargos del Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial, así como de las Fuerzas Armadas. Se tomó juramento a los nuevos funcionarios y se creó una bandera. La creación de un nuevo estado independiente era más que evidente, a pesar de los juramentos de lealtad a la corona.

La reacción realista no tardó en producirse. Desde Guayaquil, Cuenca, Bogotá y Lima fueron enviadas tropas para detener a los insurgentes. Montúfar completamente desesperado viendo la que se le venía encima envió una carta a Gran Bretaña en la que solicitaba ayuda de todo tipo:

“Pido como Presidente y a nombre de la Junta Suprema Gubernativa de Quitó, armas y municiones de guerra que necesitamos, principalmente fusiles y sables. Apetece íntimamente esta Suprema Junta la más estrecha unión y alianza con su inmortal nación y la tranquilidad de nuestro comercio con ella”.Dicha ayuda no llegó y ante la presencia más cercana de las tropas realistas renunció a la presidencia nombrando a José Guerrero y Matheu nuevo presidente, pero poco tiempo después, el 24 de octubre de 1809 éste entregó el mando al conde Ruiz de Castilla permitiendo la entrada en Quito de las tropas realistas de Lima capitaneadas por Manuel Arredondo y dando por finalizada la revolución quiteña. Algunos de los organizadores rebeldes huyeron o les dejaron huir y otros fueron encarcelados.

Pero ahí no terminaron los disturbios. En agosto de 1810 se produjo un intento de liberación de los presos mediante una revuelta organizada por los masones rebeldes que intentaron asaltar el Real Cuartel de Lima y el de Santa Fe y una casa conocida como Presidio. Los rebeldes lograron primero liberar el Presidio y marcharon hacia el cuartel de Lima, pero allí se encontraron con la resistencia realista que se encerró en el edificio y ante el serio peligro de fuga que existía de los reos procedieron a ejecutarlos. Después de esto los disturbios se trasladaron a las calles de la ciudad en donde se produjeron fuertes choques entre ambos bandos. El balance total de muertos se estima en unas 400 personas, unas 200 por parte de los rebeldes y otra tanto de soldados realistas. Es decir, hubo muertos por ambos bandos, lo que nos da la idea de que los rebeldes estaban fuertemente armados y no eran una masa popular espontánea e indefensa. Pero la manipulación masónica utilizó estos hechos tildándolos de “matanza de quiteños”, hasta Simón Bolívar, lo usó como justificación de su Decreto de Guerra a Muerte en el que condenaba, varios años después, a todos los españoles peninsulares y canarios a morir ejecutados solo por el hecho de serlo:

Segunda Junta de Gobierno (1810-1811)

El 9 de septiembre de 1810 llegó desde España a Quito el comisionado por la Junta Suprema Central de Sevilla, el coronel Carlos de Montúfar. Que nada más llegar convocó una nueva junta gubernativa encabezada por él mismo, el presidente de la Real Audiencia, Ruiz de Castilla y el obispo de Quito, Cuero y Caicedo. Los autoridades quiteñas no veían con muy buenos ojos al comisionado por ser hijo de uno de los independentistas más importante, Juan Pío de Montúfar, el que además fue nombrado vicepresidente de la Junta.

Carlos de Montúfar intentó visitar las ciudades cercanas incluida Guayaquil pero fue rechazado por sus autoridades por no reconocerle como representante del, en ese momento, rey José I. Recordemos que en ese momento España estaba gobernado por este rey francés y algunas instituciones virreinales americanas le aceptaban como rey y autoridad legítima, rechazando cualquier autoridad u orden procedente de la Junta Suprema Central, como era el caso de Carlos de Montúfar

El 9 de octubre se convocó una nueva Junta de Gobierno en Quito en la que se declaró la no obediencia al virrey de Nueva Granada y se reinvindicaron los valores de la revolución del 10 de agosto de 1810 para acto seguido declarar la independencia de Quito respecto de España y cesar en su cargo a Ruiz de Castilla.
Caída del Estado de Quito

Evidentemente los realistas reaccionaron y enviaron desde Lima varios ejércitos comandados por Toribio Montes y el mariscal Melchor de Aymerich que tras varias batallas menores derrotaron a los rebeldes en las batallas de El Panecillo, que significó la caída de la ciudad, y la de Ibarra el 1 de diciembre de 1812, que supuso la derrota total del ejército rebelde. La autoridad realista fue restablecida, Aymerich fue nombrado Presidente de la Real Audiencia gobernando hasta 1822, año en el que con la ayuda de las tropas de Simón Bolívar y Antonio José de Sucre fue derrotado el 24 de mayo en la batalla de Pichincha lográndose así la definitiva independencia de Quito, si bien solo fue independencia de España porque realmente Quito y Cuenca fueron incorporados a la Gran Colombia de Simón Bolívar y la nación que conocemos como Ecuador no fue independiente hasta 1830.

Pero volvamos a lo que ocurrió después del 10 de Agosto de 1809.

Una vez conformada la Junta de Gobierno, el 16 de agosto, se llevó a cabo un Cabildo Abierto en el Convento de San Agustín, en la que ratificaron todo lo actuado el 10 de Agosto.

Esas decisiones fueron informadas all Virrey del Perú, José Abascal; al de Santa Fe, Antonio Amar y Borbón; al Gobernador de Guayaquil, Bartolomé Cucalón y al de Cuenca, Melchor de Aymerich. Ellos conocieron así de la existencia del nuevo orden en la antigua Real Audiencia de Quito.

Esto fue tomado como una rebelión y la autoridades enviaron fuerzas militares desde Guayaquil, Popayán y Pasto para aplacar los aires de independencia.

Sabiendo esto, la Junta de Gobierno, en Quito, organizó dos divisiones compuestas por tres mil hombres bajo el mando de Juan Ascázubi y Manuel Zambrano y los envió con dirección al norte para detener el avance de las fuerzas realistas de Popayán.

Los quiteños se encontraron con los realistas en Pasto y fueron derrotados. Lo mismo ocurrió con Zambrano en Cumbal.

Las noticias de la derrota sembraron la desmotivación. Los intereses pudieron más en la Junta Soberana de Quito y el presidente Juan Pío Montúfar se vio obligado a renunciar. Juan José Guerrero y Mateu, conde de Selva Florida, asumió la presidencia y se encargó de negociar la rendición con el conde Ruiz de Castilla., lo cual se dió el 24 de octubre de 1809. La condición era que no se tomara represalia contra nadie, y así fue aceptado.

Pero una vez que llegaron tropas procedentes de Quito y Guayaquil, el conde Ruiz de Castilla disolvió la Junta de Gobierno y ordenó la persecución y captura de quienes la conformaban.

A los patriotas les esperaba un proceso judicial en el que incluso se pidió pena de muerte contra cuarenta de ellos.

El 2 de agosto de 1810, el pueblo quiteño quiso tomarse el cuartel para liberar a los patriotas pero la reacción de los realistas llevó a la masacre de los próceres.