Hoy en día, con el fin de las restricciones en los espacios públicos y privados, se nota un incremento de personas que realizan actividad física. Esta práctica regular de ejercicio en los individuos genera grandes beneficios en la salud y el cuerpo. Sin embargo, si se excede al momento de desarrollar esta actividad, se corre el riesgo de sufrir lesiones en diferentes partes del cuerpo.

Hay que tener en cuenta que el deporte se debe practicar de manera correcta, en función de la genética de cada uno, informándose de las actividades que puede realizar y cuáles pueden ser perjudiciales; ya que, las lesiones pueden surgir por varios factores y es importante conocer qué tipo de lesiones tenemos para un tratamiento adecuado. Es así como las lesiones en las articulaciones se clasifican en deportivas y degenerativas.

1. Lesiones deportivas

Se generan después de lesiones agudas, crónicas o de uso excesivo de una actividad deportiva. Para evaluar el nivel de este tipo de lesiones es necesario obtener un historial completo del paciente, así como examinar la zona afectada para determinar la gravedad de la lesión. Las lesiones deportivas abarcan una amplia variedad, entre las cuáles se destacan:

· Torceduras y distensiones
· Lesiones de rodilla
· Inflamación muscular
· Traumatismos en el tendón de Aquiles
· Dolor en el hueso de la tibia (hueso principal de la pierna).
· Lesiones del manguito rotatorio del hombro
· Fracturas (huesos rotos)
· Dislocaciones (Luxacion)

El Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel de Estados Unidos (NIH), explica que el tratamiento para este tipo de lesiones suele comenzar con el método RICE (la abreviación de reposo, hielo, compresión y elevación- por sus siglas en inglés) con la finalidad de aliviar el dolor, reducir la inflamación y acelerar la curación. En algunos casos el tratamiento requiere la inclusión de analgésicos, inmovilizar el área lesionada, rehabilitación, o incluso cirugía.

2. Lesiones degenerativas

Se relacionan directamente con el uso y exceso de actividad física a lo largo de los años. Este desgaste se produce en los cartílagos, ligamentos y tendones. En estos casos, por lo general los pacientes suelen ser de edad avanzada, y acuden a la consulta por el dolor en sus articulaciones o la falta de movilidad en ciertas zonas.

Las enfermedades degenerativas ostearticulares son una de las diez patologías más discapacitantes a nivel mundial y la tercera con mayor incidencia en adultos mayores. Según datos de la Sociedad Española de Reumatología, en el año 2016 más de la mitad de la población con una edad superior a los 50 años, mostraba lesiones degenerativas articulares, especialmente en la zona de la rodilla, siendo esta incidencia superior en mujeres de más de 55 años.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las principales patologías degenerativas articulares son tres:

Artrosis: Su causa más común es el desgaste articular, un proceso en el cual se destruye el cartílago articular. Por lo general, comienza con una lesión articular que solo afecta a una zona pequeña, para luego continuar con una deformación progresiva que puede llegar a provocar la desaparición total del cartílago. Solo un 4% de los pacientes de 20 años padece artrosis, mientras que a los 70 años el porcentaje aumenta al 70%, especialmente en mujeres por la menopausia.

Inestabilidad articular: La segunda es la inestabilidad articular, debido a la falta de tensión en los ligamentos. Es decir, los ligamentos se vuelven flexibles lo que genera que los músculos tengan que trabajar más para controlar la articulación, provocando sobrecarga y contracturas.

Lesiones tendinosas: Estas se producen por el desgaste de los tendones, provocando dolor e inflamación.

Cuidados preventivos

Para evitar este tipo de lesiones es importante adaptar una rutina previa, durante y después de la actividad física. “El calentamiento debe ser de forma relajada durante unos minutos antes de una rutina, esta actividad permite que el músculo sea más elástico, fuerte y resistente a lesiones. En especial en tendones el estiramiento evita lesiones por sobrecarga” destacó el Dr. Pablo Ramos, ortopedista y traumatólogo.

Posteriormente se debe realizar un estiramiento, esta mejora el rendimiento, calentado los músculos para que puedan desarrollar un esfuerzo mayor. Se recomienda realizar tras el calentamiento entre uno u otro ejercicio.

Finalmente, al acabar la actividad física se debe hacer el conocido “enfriamiento”, que es el descenso progresivo de la actividad hasta detener por completo el ejercicio. Si se detiene bruscamente un ejercicio intenso, la sangre puede quedar estancada en las venas dilatadas, produciendo mareo y desmayo.