Comprar un colchón no es ninguna decisión que deba tomarse a la ligera. En la mayoría de los casos, es donde pasamos un tercio de nuestros días y comprar el primero que nos encontremos puede suponer un problema a la larga: dolores de espalda, mal sueño, estrés, ansiedad, obesidad, diabetes, etc. Esa es la importancia de descansar adecuadamente.

En consecuencia, por el bien de nuestra salud, la elección de la base adecuada para nuestro reposo debe hacerse tomando en cuenta no pocos parámetros. Entre ellos la tecnología, los materiales o las dimensiones, las propias y las del colchón. Para hacerte la compra más fácil te damos una breve guía con las claves principales de elección.

Cuestiones previas a tener en cuenta

Hay varios puntos a considerar para no equivocarnos al elegir colchón:

Cómo duermes. La posición en la que uno suele dormir es muy importante. En el caso de que duermas boca arriba, lo más conveniente es un colchón firme y duro. Sin embargo, si la posición es de costado o boca abajo, debe ser más blando que el anterior para que se adapte a la postura del hombro o evitar gestos malos en la zona del cuello.

Cuanto pesas. A mayor peso, más firme y viceversa: a menor peso, más blando. Esto se debe a que, en el caso en que pesemos más, necesitaremos un colchón que no se hunda en exceso. Mientras que al ser más livianos, lo ideal es que se adapte al contorno del cuerpo.

La temperatura corporal. ¿Sos de esas personas que pasan calor en invierno? O al contrario, ¿tienes frío desde primavera? Los colchones de resortes, por lo general, son más frescos al ventilar mejor. Mientras que los demás tipos -como los de espuma o viscoelástico- son más calientes.

Cuánto te mueves. Algunas personas no paran de girar durante todas las noches, estas necesitarán un colchón más firme que facilite estos movimientos. Uno que se hunda demasiado no deja girar cómodamente y puede propiciar lesiones.

Prueba. Siempre que sea posible, es recomendable probar el colchón antes de comprarlo y poder notar cuál nos resulta más cómodo. No bastará con acostarse, deberemos dar vueltas, colocarnos en posición fetal como si durmiésemos y también permanecer unos instantes de decúbito supino.

Es importante medir que quepamos bien y podamos darnos vuelta holgadamente, más si somos dos los que vamos a dormir; no debe darnos vergüenza probar en la tienda, para eso está el colchón de exposición. Ahora bien, si no nos dejan probar o compramos por internet, deberemos tener en cuenta los siguientes tipos de colchones y ver cuál se adapta mejor a nuestro perfil.

Colchones de resortes

El colchón de resortes, a pesar de ser un “clásico”, sigue siendo una de las opciones más versátiles y que mejor calidad/precio ofrecen. Además, existen diferentes sub-tipos que se ajustan a diferentes necesidades y presupuestos.

Colchones de resortes independientes o bicónicos. Están formados por un núcleo de varios resortes verticales, estrechos en el centro, y que se enlazan entre sí por hilos metálicos.

Colchones de resorte continuo. Se trata de un entramado hecho a partir de un único hilo de acero y que se recubre con varias capas de algodón.

Colchones de resortes embolsados. Estos colchones cuentan con resortes independientes dentro de sacos de tela y unidos entre sí por una sujeción fina.

En el caso de los dos primeros, son los colchones ideales para personas que duerman solas.

Mientras que los colchones de resortes embolsados son ideales para las parejas o personas que compartan cama. Al tener muelles independientes, esto permite que apenas afecten las diferentes posiciones y pesos entre los que duerman en él.

Además, todos los colchones son especialmente transpirables, lo que hace que sean cómodos para las personas que sudan mucho o que pasan mucho calor por las noches.

Colchones de espuma

Son los colchones más accesibles. Se componen de diferentes capas de poliéster y poliuretano llenas de burbujas de aire. La calidad de estos colchones suele medirse a través de su densidad: el número de “celdillas” -burbujas de aire- que tiene por m³.

De manera que, por ejemplo, se recomienda que las densidades que no superen los 35 kg/m³ solo se recomiendan para camas de invitados (huéspedes ocasionales) o que no se utilicen a menudo.

A medida que se aumente la densidad y aligere el peso del colchón, este irá aumentando su precio, aunque también su calidad.

Colchones de viscoelástica

Suponen la evolución de los colchones de espuma, ya que la construcción es similar pero el poliuretano se sustituye por una espuma de mucha mayor calidad. Esta diferencia da una mayor firmeza y adaptabilidad al colchón, que no regresa a su posición original.

Esto provoca que pueda resultar incómodo para ciertas personas, especialmente las que se mueven mucho. Estos colchones mantienen la forma de la postura, por lo que cambiarla puede llevar a molestias.

Estos modelos son los más caros y son solo recomendables para personas que necesiten mantener una posición fija o pasen mucho tiempo en la cama.

Colchones de látex

Estos colchones pueden estar hechos de espuma de látex sintético, natural o mixtos que incluyan los dos. Se trata de un modelo que proporciona un resultado mucho más denso y pesado, lo que los hace realmente firmes.

A pesar de ello, se adaptan muy bien a los cuerpos y las posturas. También es especialmente útil para parejas donde una de las personas se mueva mucho más que la otra, ya que absorbe muy bien los movimientos sin afectar toda la estructura.

Además, son la mejor opción para quienes sean alérgicos a los ácaros, ya que no permiten la creación de colonias.

Otros tipos de colchones

Colchones ortopédicos. Suelen ser muy caros y deben estar recomendados por un médico, ya que su uso puede ser incómodo para una persona sana. Son colchones preparados para mantener fija la postura y para evitar movimientos.

Camas de agua. Son especialmente incómodas para las personas que se mueven mucho o que duermen boca abajo, ya que la estructura es muy maleable. Además, requieren de muchos cuidados y calentarlos para que la temperatura del agua sea adecuada.