Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció a la obesidad como una epidemia global, nadie imaginó que este mal se transformaría en una especie de monstruo que amenaza con devorar a gran parte de la humanidad, incluyendo a niños.

Solo basta hacer un recuento de las cifras que muestran el avance de la mortal enfermedad que crece con cada bocado de comida chatarra o con ese platillo que se repite en los cumpleaños o en las cenas especiales de Navidad o fin de año.

Fue en 1997 cuando la OMS advirtió que la obesidad había cobrado dimensiones colosales. En ese entonces, ponía en riesgo a 1.000 millones de personas que padecían exceso de peso y prácticamente condenaba a muerte a 300 millones de ellas por sufrir de obesidad.

Esta pandemia se ha triplicado en los últimos 30 años. Actualmente afecta a 800 millones de personas. Su condición hace que estén en mayor riesgo de muerte ante enfermedades asociadas o virus como el Covid-19.

El peor panorama es para niños y adolescentes, cuyos casos también se han multiplicado por 10 en los últimos 40 años. Desde la OMS se advierte que, si la tendencia continúa, este año habrá más menores de entre 5 y 19 años con obesidad que con un peso moderado o "severamente bajo".

Para llegar a esta conclusión se analizaron los datos de las tasas de obesidad registradas en distintos años. Así se pudo determinar que, en las últimas cuatro décadas, las tasas de obesidad en menores se han disparado a escala mundial y siguen incrementándose, especialmente en países de bajos y medios ingresos.

Realidad impactante

Los contagios en menores por la variante Ómicron también pone en debate el peso de esta otra pandemia que podría complicar los cuadros en 35 de cada 100 niños que tienen sobrepeso y obesidad en Ecuador, según se confirma en la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) que se realizó en 2018, es decir antes de la llegada del COVID 19.

Las distintas variantes del virus también podrían reducir drásticamente la expectativa de vida de 7 de cada 10 adultos que viven con sobrepeso y obesidad en el país.

Actualmente, 22.671 personas mueren por problemas asociados a este mal y se calcula que para 2030 la cifra ascendería a 35.671. El problema es que dichas estimaciones no tienen en cuenta factores como el teletrabajo, la teleducación, las dietas desequilibradas o las restricciones provocan que aumente el sedentarismo.

Los niños de 5 a 17 años, por ejemplo, pasan cada vez más horas al día sentados o recostados frente a computadores por las clases virtuales, viendo televisión, jugando videojuegos, conversando con amigos o haciendo otras cosas en las que solo deben estar sentados. Incluso las clases de educación física se imparten de forma virtual y tienen una duración máxima de 4 horas a la semana.

Un giro a la balanza

Para enfrentar esta pandemia, la Organización Mundial de la Salud impulsa campañas para que la población tome conciencia de que la obesidad es una condición que aumenta el riesgo de desarrollar males cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, enfermedad metabólica por hígado graso no alcohólico, dislipidemia, apnea obstructiva del sueño, enfermedad renal y distintos tipos de cáncer.

Cuando una persona sufre obesidad y también es atacada por la diabetes, por ejemplo, tiene mayor riesgo a padecer daños graves en el corazón, los vasos sanguíneos, los ojos, los riñones y los nervios.

Tomando en cuenta estos datos, el gastroenterólogo José Guzmán, recomienda dar un giro a esta realidad en todos los ámbitos, promoviendo la participación en actividades físicas y fomentando el consumo de productos más sanos y nutritivos

“La alimentación equilibrada, el ejercicio y un poco de disciplina nos ayudarán a vivir más tiempo y más sanos”, agrega el especialista, al recordar que la obesidad es una enfermedad crónica, pandémica y que puede desencadenarse por factores sociales, conductuales, culturales, fisiológicos, metabólicos y genéticos.